Iglesia fechada en 1145, y considerada el prototipo de las de la zona, destaca por sus interesantes canecillos, tanto de la portada, como del ábside. Entre ellos se aprecia un músico, diversos animales, una mujer que enseña sus genitales, un hombre que carga un tonel sobre sus hombros, o la sirena de doble cola, símbolo de la tentación diabólica de la lujuria. La escultura que decora la portada es bastante tosca, pero no así la de la ventana absidal, con guardapolvo ajedrezado y capiteles de leones enfrentados.